Junio de 1988
¡Oh! ¿Si las pequeñas mariposillas supieran mi dolor?
Vendrían hasta mí a derramar su polvo de oro,
Y curarían con su magia la herida profunda de mi alma.
¿Y si las flores del campo supieran mi intenso sufrimiento?
Vendrían hasta mí a regalarme su color.
Y alegrarían con sus tonos mi pálido semblante…
Pero no, no lo saben., solo lo sabe él., el que me destrozado el corazón.
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