Nomás los estoy oyendo retobe y
retobe, años y años, como burros con bozal o caballo que coge el freno, aquí
los oigo como quien oye llover y no se moja, porque no hay peor sordo que el
que no quiere oír, y porque perro que ladra no muerde, ni buey viejo pisa mata,
y si la pisa no la maltrata, y porque son como la chiva de tía Cleta, que se
come los petates y se asusta con los aventadores, o será porque el valiente de
palabra es muy ligero de pies, y entre la mujer y el gato ni a cuál ir de más
ingrato; además: que para el arriero, el aguacero, y que soy de los que aúllan
cuando el coyote, hasta que se cansa y corre; de modo que para qué tantos
gritos y sombrerazos, ni tantos brincos estando parejo el llano, pues al fin y
al cabo son
como los cabrestos que solitos entran, o como gallinas que duermen alto: con
echarles maíz se apean, o como el pobre venadito que baja al agua de día, y si
no cabrestean se ahorcan, lueguito vendrán a pedir frías porque quieren jugar
al toro sentados; pero recuerden que al son que me tocan bailo, y no soy de los
que pierden las cuentas como las mujeres; si les gusta el ruido, ruido; calma y
nos amanecemos; en resumidas cuentas: me gustan las cuentas claras y el
chocolate espeso.
Agustín
Yáñez
No hay comentarios:
Publicar un comentario